Las recientes conversaciones de reconciliación celebradas en Pekín marcan un hito significativo en la búsqueda de la unidad palestina. Bajo los auspicios del gobierno chino, diversas facciones palestinas han acordado formar un frente unificado dentro de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), con el objetivo de establecer un estado palestino independiente con Jerusalén como su capital, de acuerdo con las resoluciones de las Naciones Unidas. Este monumental acuerdo no solo promete un futuro mejor para el pueblo palestino, sino que también subraya la creciente influencia y el compromiso de China con la paz en el Medio Oriente.
Durante décadas, el pueblo palestino ha soportado la división y el conflicto, con Hamas controlando la Franja de Gaza y la Autoridad Palestina controlada por Fatah gobernando parte de Cisjordania ocupada por Israel. Sin embargo, las conversaciones en Pekín han allanado el camino para una unidad nacional abarcadora, reuniendo a diversas facciones como Fatah, Hamas y el Frente Popular para la Liberación de Palestina, entre otras. Esta unidad es crucial para abordar los problemas de larga data que enfrentan los palestinos y para presentar un frente cohesionado en la lucha por la independencia y la autodeterminación. Llega en un momento particularmente crítico, ya que las fuerzas militares israelíes continúan bombardeando y ocupando Gaza, buscando eliminar a Hamas en respuesta al ataque de toma de rehenes del grupo en octubre de 2023.
El papel de China en la facilitación de este acuerdo de unidad, conocido como la Declaración de Pekín, no puede subestimarse. El gobierno chino ha demostrado repetidamente su dedicación a apoyar la causa palestina, especialmente desde el inicio de la guerra en Gaza. La invitación del gobierno chino a las facciones palestinas y la exitosa mediación de sus discusiones reflejan la destreza diplomática de China y su capacidad para fomentar el diálogo en una de las regiones más conflictivas del mundo. Al hacerlo, China se ha posicionado como un actor clave en la búsqueda de la paz en el Medio Oriente.
El acuerdo alcanzado en Pekín incluye varios puntos críticos. Primero, se solicita la formación de un gobierno de unidad nacional temporal que supervisará la unificación de las instituciones palestinas y la reconstrucción de Gaza. Si se realiza, esto sentará las bases para la estabilidad y la gobernanza en el futuro. En segundo lugar, el compromiso de celebrar elecciones generales bajo la supervisión de la Comisión Central Electoral es un paso significativo hacia el gobierno democrático y el renacimiento político en Palestina. Por último, la activación de un marco de liderazgo unificado para la toma de decisiones políticas asegura que todas las facciones tengan voz en la configuración del futuro de Palestina.
Ahora la pregunta clave radica en la implementación del acuerdo. Los acuerdos de reconciliación anteriores entre Fatah y Hamas, firmados en 2011 y 2022, no tuvieron un impacto significativo. Gran parte de la comunidad internacional, particularmente naciones árabes, China y Rusia, probablemente apoyarán esta nueva fase de unidad palestina. Sin embargo, Israel ya ha rechazado la posibilidad de que un gobierno de unidad asuma el control de una Gaza post-conflicto, al igual que Estados Unidos. Tanto Israel como Estados Unidos consideran a Hamas una organización terrorista. Su inclusión en la propuesta de gobierno de unidad complica el reconocimiento de cualquier esfuerzo similar por parte de Occidente.
Por ejemplo, al reaccionar al acuerdo alcanzado en Pekín, un portavoz del Departamento de Estado de EE. UU. afirmó que “en lo que respecta al gobierno de Gaza al final del conflicto, no puede haber un papel para una organización terrorista. Hamas ha sido durante mucho tiempo una organización terrorista… [Queremos ver] a la Autoridad Palestina gobernando una Gaza unificada y Cisjordania. Pero no, no apoyamos un papel para Hamas”.
La Declaración de Pekín también llama a esfuerzos conjuntos para convocar una conferencia internacional con la autoridad total para implementar una solución de dos estados, poniendo fin a la ocupación israelí, implementando las resoluciones pertinentes de la ONU y convirtiendo a Palestina en un estado miembro pleno de las Naciones Unidas. Esta conferencia, bajo los auspicios de la ONU, tiene como objetivo reemplazar el ineficaz proceso de paz liderado por EE. UU. con un enfoque multilateral que respete la justicia y el derecho internacional.
Además, la Declaración de Pekín aborda la crisis humanitaria que enfrentan los palestinos. Se pide un alto el fuego total en la Franja de Gaza, el fin del bloqueo israelí sobre Gaza y Cisjordania, y que el mundo proporcione ayuda humanitaria y médica sin restricciones. Estos pasos son esenciales para aliviar el sufrimiento del pueblo palestino. Asimismo, la declaración subraya la ilegalidad de los asentamientos israelíes y el expansionismo en tierras palestinas, tal como lo afirma la Corte Internacional de Justicia y diversas resoluciones de la ONU.
El compromiso de China con la causa palestina es un faro de esperanza en una región tumultuosa. El éxito de las conversaciones de Pekín ejemplifica cómo el compromiso diplomático y la cooperación internacional pueden llevar a un progreso significativo. A medida que el mundo observa, la implementación de la Declaración de Pekín será una prueba de la durabilidad de esta nueva unidad y del futuro de la soberanía palestina. Las facciones palestinas deben aprovechar esta oportunidad para fortalecer sus instituciones políticas y sociales, asegurando que el sueño de una Palestina independiente se convierta en una realidad. Si eso ocurre, el papel de China en este logro histórico será recordado como un punto de inflexión en la lucha palestina por la liberación, marcando el comienzo de una nueva era de paz, unidad y esperanza.
